Siento los retrasos y el pequeño abandono de mi querido blog… pero no he tenido un segundo para pararme a escribir como os merecéis.
El otro día tuve la oportunidad de asistir a un desayuno sobre la mujer y los medios de comunicación peruanos y, sinceramente, fue muy enriquecedor sentarme con un grupo de mujeres a definir y reflexionar sobre el papel de la mujer en los medios, las causas de su no aparición o desvirtuación y la estrategia a seguir para cambiar la situación actual.
De esa realidad derivan frases del tipo: “frente a lo que se viene y a la precariedad de los recursos ha llegado la hora de las alianzas, donde la envidia no tiene sentido alguno”. Porque frente al gigante mediático uno no hace nada, pero muchos que opinan igual o parecido, que defienden ideales similares, que luchan por lo mismo (que no es otra cosa que la igualdad de derechos y una representación justa tanto de hombres como de mujeres) se puede intentar cambiar. Y no sería un acto de cabezonería o de “ya están aquí estas mujeres con sus cosas”, sino de justicia.
En los medios sólo se habla de la mitad de la población, desde el punto de vista de la mitad de la población. O como dijo la periodista Sara Lovera, reflexionando sobre su experiencia con tono compungido, “lo único que he hecho estos años ha sido contar lo que hacen y son las mujeres en el mundo de los hombres”.
Las escuelas de comunicación y las universidades están llenas de mujeres, los medios están llenos de mujeres, pero ésta es nuestra única presencia de género en la profesión, en la información, porque por todo lo demás seguimos prácticamente invisibles, o desvirtuadas.
Las afirmaciones de Sara Lovera son contundentes: “Hay mujeres que corrigen los textos, los textos sexistas… pero se quedan en la gramática. O se habla del aborto porque las feministas se pelean con la Iglesia; o se habla de la victimización de las mujeres, pero nunca de sus logros y de lo que hemos empujado para que lleguen a los congresos, así que señoras, perdón, pero seguimos como hace 30 años”. Y es que fuera de eso las grandes problemáticas de la vida de las mujeres, que en el fondo y no tan abajo nos conciernen a todos independientemente del sexo o género, no existen en los debates públicos y, como un velo bien pintado, aparecen en los privados.
La creatividad puede jugar un papel bien importante, pero lo que está claro es que hasta que encontremos las palabras habrá que seguir contándolo de alguna forma. Porque el periodismo tiene que ser para sociedades pluriculturales, es decir, para todos.
El otro día tuve la oportunidad de asistir a un desayuno sobre la mujer y los medios de comunicación peruanos y, sinceramente, fue muy enriquecedor sentarme con un grupo de mujeres a definir y reflexionar sobre el papel de la mujer en los medios, las causas de su no aparición o desvirtuación y la estrategia a seguir para cambiar la situación actual.
De esa realidad derivan frases del tipo: “frente a lo que se viene y a la precariedad de los recursos ha llegado la hora de las alianzas, donde la envidia no tiene sentido alguno”. Porque frente al gigante mediático uno no hace nada, pero muchos que opinan igual o parecido, que defienden ideales similares, que luchan por lo mismo (que no es otra cosa que la igualdad de derechos y una representación justa tanto de hombres como de mujeres) se puede intentar cambiar. Y no sería un acto de cabezonería o de “ya están aquí estas mujeres con sus cosas”, sino de justicia.
En los medios sólo se habla de la mitad de la población, desde el punto de vista de la mitad de la población. O como dijo la periodista Sara Lovera, reflexionando sobre su experiencia con tono compungido, “lo único que he hecho estos años ha sido contar lo que hacen y son las mujeres en el mundo de los hombres”.
Las escuelas de comunicación y las universidades están llenas de mujeres, los medios están llenos de mujeres, pero ésta es nuestra única presencia de género en la profesión, en la información, porque por todo lo demás seguimos prácticamente invisibles, o desvirtuadas.
Las afirmaciones de Sara Lovera son contundentes: “Hay mujeres que corrigen los textos, los textos sexistas… pero se quedan en la gramática. O se habla del aborto porque las feministas se pelean con la Iglesia; o se habla de la victimización de las mujeres, pero nunca de sus logros y de lo que hemos empujado para que lleguen a los congresos, así que señoras, perdón, pero seguimos como hace 30 años”. Y es que fuera de eso las grandes problemáticas de la vida de las mujeres, que en el fondo y no tan abajo nos conciernen a todos independientemente del sexo o género, no existen en los debates públicos y, como un velo bien pintado, aparecen en los privados.
La creatividad puede jugar un papel bien importante, pero lo que está claro es que hasta que encontremos las palabras habrá que seguir contándolo de alguna forma. Porque el periodismo tiene que ser para sociedades pluriculturales, es decir, para todos.